martes, 14 de abril de 2009

Comenzamos un nuevo blog. Esta vez versará sobre la novela La tierra negra (Ed. Gualdalturia, Sevilla, 2009). En él se esperan comentarios, notas de lectura, críticas acervas y de las otras, curiosidades, afinidades, noticias sobre cuestiones relacionadas con la novela y sus alrededores.

de momento deciros que el día 18 de abril, sábado, nos reuniremos en Fuenteheridos un grupo de aficionados a la tortilla de patatas para visitar la cueva de Alcalá, lugar donde se ubica la novela. Quedas ya invitado/a.

Os dejo con un texto inédito de Rafael Suárez sobre la novela.



Nuestro pequeño mundo.
Sobre La Tierra Negra (ed. Guadalturia),
de Manuel Moya.

Estos días recuerdo a Ingmar Bergman, ese maravilloso contador de historias, y visitador de almas, que casi siempre ocurrían en Upsala, su ciudad natal, y que de ahí viajaban al mundo con cada lector que las leía, con cada espectador que las veía. Uno de los personajes centrales de Fanny y Alexander, su última película, es director de una pequeña compañía teatral y expone esta suerte de poética con palabras que nos muestran la belleza y los misterios del arte: "Tras las paredes de este teatro está el mundo grande y, a veces, somos capaces de reflejarlo en nuestro pequeño mundo, de manera que podemos ayudar a comprenderlo mejor." A eso aspiramos, cada uno a nuestra manera: unos a ayudar a explicar el mundo; otros a tratar de comprenderlo mejor. Y, en esta empresa colosal, algo o mucho nos ayudan libros como La tierra negra, segunda novela de Manuel Moya (Fuenteheridos, 1960), publicada en la joven y prometedora editorial sevillana Guadalturia. Las paredes del teatro son los límites de la comarca de la sierra de Huelva, en concreto su pueblo natal, en el que vive y desde el que mira el mundo como un observador privilegiado, con el privilegio del que ha vuelto de mil viajes.
La novela tiene dos líneas argumentales que van fluyendo en cascada. De una parte están los meses siguientes al golpe de 1936 y la entrada en la sierra de Huelva de la columna de Redondo, también llamada la columna de la muerte, que tiene la misión de llegar a Madrid e ir limpiando cualquier foco de resistencia que se encuentre a su paso. En Fuenteheridos entra un jefe de la Falange, (un personaje local, resentido, que había emigradoa Sevilla), con sesenta hombres que se va a ocupar de esa limpia. De otra parte, un grupo de huidos de varios pueblos de la sierra, que primero, con vocación de esperar un tiempo a que las aguas se calmen, y luego, al ver que la vuelta ya es imposible, de pasar a la zona republicana, se refugian en una cueva de la zona, en la que viven, o sobreviven o malviven, seis años. Este hecho real, como tantos otros semejantes, concluye cuando la muerte de uno de ellos les hace perder toda esperanza de llegar a una solución favorable, y deciden dejarlo en el pueblo para que sea enterrado como Dios manda. La técnica del contrapunto, que va alternando escenas de ambas historias, y las dósis bien medidas de flash-back que Manuel Moya utiliza para ir creando, entre uno y otra,la tensión dramática necesaria en la novela, desembocan en momentos dramáticos, emotivos y emocionantes. ¿Dos novelas en una? Y más de dos, pero eso sí, en una. Porque aunque todos los personajes son una trama, hay varios personajes que merecerían por sí solos una novela. Me voy a centrar en dos de ellos: Pepe el Jabicha y Sabina.
Pepe Jabicha es el jefe de las tropas falangistas que entran en Fuenteheridos. Su biografía peculiar, sus resentimientos, conforman la lista de personas que hay que eliminar. En sus actos hay una ruindad y un apocamiento, que le delata especialmente ante las mujeres. Cuando leemos la novela, el problema no es si había justicia, aunque esta fuera sectárea, o no. El problema es cómo pudieron acumular tanto poder personajes como este, como los demás cabecillas del pueblo, como el propio Queipo de Llano: "Que no se crean las mujeres que con sus patadas y gritos de histéricas se van a librar de ser violadas, de que las pongamos en su sitio". La historia se repite una y otra vez en distintas partes del mundo. Las miserias personales de unos marcan la vida o la muerte de los otros. Cualquier guerra nos trae esto: una guerra civil mucho más.
El contrapunto está en los personajes femeninos y de entre ellas escojo a Sabina. Algunos hombres, aunque no eran conscientes de haber hecho nada punible, huyeron del pueblo. Sus mujeres se quedaron y tuvieron que pasar por todas las penalidades y humillaciones. Dieron una muestra de dignidad y entereza que aún hoy podría estremecernos. Todos estos temas están documentados. Muy recientemente en Individuas de dudosa moral (Crítica) de Pura Sánchez. El marido de Sabina es el huido que, seis años después, muere y sus compañeros trasladan al pueblo para que tenga un entierro digno. Con todo esto renacen los peligros, que ya habían amainado, y retorna el conflicto entre los bandos en el pueblo. Ahora el problema es donde enterrar al marido de Sabina. Y aquí renace el mito de Antígona, en una mujer de un pueblo de apenas mil habitantes, que nos dice al principio del libro, con palabras proféticas cuando ninguno de estos conflictos se presumen: "Mira si llevo años en este mundo, y todavía no he conocido a ningún muerto que se haya quedado sin enterrar".
Manuel Moya nos ofrece su isla, su "pequeño mundo", al que asoman personajes ilustres como Pedro Vallina, el ilustre anarquista que protagonizó otra gran novela, Flor de cananas, de Vicente Tortajada, y otros menos conocidos por nosotros pero muy cercanos para él, como Josefa la del Grillo, para que así, como nos recuerda el personaje de Bergman con el que iniciamos esta reflexión, podamos comprender "el mundo grande". No siempre es fácil entender el mundo y su constante movimiento, pero La Tierra Negra, esta magnífica novela, nos ayuda.

Rafael Suárez Plácido

8 comentarios:

  1. Aúpa, pasaba por aquí y aprovecho para dejarte un saludo caluroso. A ver cuándo te tenemos de cuerpo presente por el norte!
    Abrazos.

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  2. No es mala cosa el norte. Le tengo afición. No es improbable que este veranito tire parriba. A ver cómo está la cosa.
    un abrazo, KB

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  3. Bien hallado! Precisamente he escrito un pequeño post en mi blog hoy sobre tu novela. Me permito invitarte a visitarlo.
    http://teselarosa.blogspot.com.
    Nos leemos

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  4. lo he leído, Rosa. te he dejado un comentario. En todo caso, muchas gracias y sorprendidopor tanta persspicacia.

    Con lectores así da gusto y yuyu al mismo tiempo.

    venga

    mm

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  5. Saludos, compañero.
    Buena iniciativa esta del blog. Cuando me termine la obra dejaré un comentario.
    Abrazos

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  6. DECIRTE QUE HE COMPRADO EL LIBRO DE MANUEL "LA TIERRA NEGRA" QUE ME ESTÁ GUSTANDO MOGOLLON,QUE ME CONECTA CON HISTORIAS QUE NO VIVIDO DIRECTAMENTE PERO QUE ME LLEGARON DE OIDAS, SOBRE TODO LOS MOTES DE LOS DESCENDIENTES Y LOS LUGARES DESCRITOS...EL VOCABULARIO ME TOCA LA FIBRA SENSIBLE Y ME CONECTA DIRECTAMENTE CON MI MAS TIERNA INFANCIA, ME VA REMOVIENDO LAS SENSACIONES DE ESAS EMOCIONES TAN GRABADAS COMO EL FRIO DEL INVIERNO, LA MISERIA, LA DUREZA DE LA VIDA....Y ME DOY CUENTA DE QUE LO VIVÍ SIN LA SENSACION DE TRAGEDIA. CREO QUE DE LO TRÁGICO ME DÍ CUENTA MUCHO MÁS TARDE, PORQE EN AQUELLOS MOMENTOS NO TENÍA DONDE COMPARAR....AHORA LO VEO MUCHO MÁS DURO, EN LA LEJANÍA DE LA COMODIDAD EN LA QUE HOY ME SIENTO. GRACIAS MANUEL.

    Carmen Castillo

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  7. Como en el comentario anterior (el de carmen castillo), paso el contenido del e-mail al blog. Venga


    "Estimado Manuel. dos capítulos me quedan de tu libro "La tierra negra" y me da pena que se acabe.Como tengo menos memoria que un pez, lo volveré a leer. Hay cosas que me dejan intrigado y otra que estoy seguro que sacaré en una segunda lectura.
    Muuuu fuerte tío . Cada personaje tiene su cosa y así, en principio me quedo con "las dos mujeres" Sea más real o ficticio, son de las que le ponen ...como te diría, un par de ovarios bien puestos a la cosa"
    Luis manuel Castillo.

    Un abrazo, y a seguir.

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  8. La Tierra Negra es algo más que un novela co el trasfondo de la guerra civil, es una fuente donde fluye con tanta fuerza la agilidad verbal, como lo hacen sus protagonistas, al salir de su escondrijo y demostrar que el honor es cosa de hombres buenos.
    Un fuerte abrazo maestro.

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